Diario de Viaje - Día 6 – El viaje imposible a Cachi y Salta, la estresante


Con Ani teníamos ganas de ir a Cachi y nos fuimos a averiguar cómo había que hacer para ir hasta allí. Cachi es un pueblo que se encuentra a 165 km. de Cafayate y que nos habían recomendado una y mil veces. En el boca a boca se decía que había unas 3 maneras de viajar a Cachi: 1) Yendo hasta Salta capital por ruta 68 y de ahí un micro, lo que suponía ir hacia el norte para descender hacia el sur (otra vez por ruta 68) y desviarse al oeste por ruta 51. Nos pareció mucho viaje. 2) Ir hasta Angastaco, un pueblo ubicado 75 km. al norte tomando un micro que va por ruta 40, de ahí hacer dedo hasta Molinos y de allí tomar un micro hasta Cachi, pero nadie garantizaba con exactitud que podríamos llegar de esa manera. 3) Tomar una combi turística que costaba $400 cada uno y que finalmente conseguimos a $250. Bueno, no tuvimos en cuenta ninguna de las 3 ya que no llegaban a convencernos, sobre todo la opción 3 que nos complicaba un poco la economía del viaje. Decidimos ir a Salta directamente y después pasar a Jujuy.

Pero el tema no termina allí, porque hay una manera efectiva de ir a Cachi sin que el viaje se convierta en una travesía ni haya que gastar una fortuna. Hay que ir, efectivamente, hasta Angastaco y ahí mismo tomar un micro que sale a las 4 de la mañana (¡!) directo a Cachi, muy simple. De esto nos enteramos en Humahuaca. Yo no sé si es un secreto o realmente nadie sabe que existe este servicio. Cuando estuve en Cafayate hace 6 años tuvimos el mismo inconveniente. La solución a toda esta historia me parece que es simplemente asfaltar el tramo de ruta 40 que une Angastaco con Molinos, por culpa de ese pequeño inconveniente no hay servicios directos, o al menos eso es lo que te dicen.


El próximo destino sería Salta, en donde pasaríamos de la paz vivida en Tafí, Amaicha y Cafayate al descontrol y el ruido de una ciudad. El contraste fue importante y nos conmovió. Por recomendación de Luisa llegamos a un hostel que se encontraba a tres cuadras de la terminal de ómnibus y tenía buen precio, aunque mucho cemento. Un hostel de ciudad es otra cosa, no hay dudas. Porque además volvieron las rejas en las ventanas. Dormimos en un cuarto con cuatro chicos, adolescentes, que pasaban su última noche en Salta. Habían llegado a “la linda” después de un largo viaje en el que cruzaron toda Bolivia, descendiendo desde Machu Pichu, en Perú. El cuarto estaba un poco descontrolado, tenía poca ventilación, hacía calor y tuvimos que dormir con las puertas abiertas. Como el hostel estaba sobre la Av. San Martín, el ruido de motores del alto tránsito de ese sector de la ciudad no nos dejaba dormir…un desastre, ¡no veíamos la hora de rajar de ahí!

Iglesia San Francisco y Plaza 9 de Julio vista desde el balcon del Cabildo
El Casco Histórico de Salta es muy lindo, la plaza Independencia está rodeada de varios cafés y restaurantes, además de la Basílica, el Cabildo y un par de Museos. Visitamos el Cabildo que actualmente se lo denomina Museo Histórico del Norte y nos gustó. Nos cobraron $20 a cada uno y pudimos conocer mucho de la historia de Salta dividida en tres periodos: precolombino, colonial e independiente. Algunas de sus partes son conservadas desde aproximadamente el año 1717. Las últimas reformas al edificio fueron hechas entre 1789 y 1807, como por ejemplo, la torre y la galería con arcos del patio principal. En el año 1942, bajo la dirección del arquitecto Mario Buschiazzo se realizó la recuperación y restauración del edificio que conocemos en la actualidad. Fue declarado Monumento Histórico Nacional y en el año 1949 abrió sus puertas como museo. En ese mismo edificio flameó por primera vez en 1813, la Bandera Nacional luego de la victoria del ejercito del Norte en la Batalla de Salta cuyo General fue Manuel Belgrano.

Interior del Cabildo de Salta
En lo que se refiere a la ciudad, nos llamó la atención que el sector norte es el mejor conservado. Al igual que en la ciudad de San Miguel de Tucumán hay orden, limpieza y es mucho más turístico, no sé, como que hay mayor poder adquisitivo. Sin embargo, caminar de noche por la Av. San Martin, en el sur, supone esquivar basura y sentir olores de todo tipo. El parque San Martin y su lago también carecen de un buen mantenimiento.
Lamentamos no haber sabido antes de la existencia de La Casona del Molino para pasar una linda noche de peña, porque fuimos a caminar por “la Balcarce” y los precios turísticos del circuito de peñas nos espantó un poquito. Lo mismo nos ocurrió cuando nos acercamos al famoso “Balderrama”, allí, entre derecho de show y servicio de mesa gastábamos más de lo que nos salió comer en un restaurant justo enfrente, sobre la peatonal Esteco. El lugar se llamaba algo así como “la vieja cabaña”, no recuerdo muy bien el nombre pero cenamos muy rico y abundante.

Bares y Restaurantes frente a la plaza y Catedral de Salta
Al día siguiente nos fuimos corriendo de Salta, un poco estresados, necesitábamos la tranquilidad de la Quebrada.



Correción: Laura Beroldo (http://www.laura-exlibris.blogspot.com.ar) 
Fotos: El Cocoliche 

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