Diario de Viaje - Día 1 - Buenos Aires. La ciudad de la furia nos despide acorde a su estilo.

Arrancó el viaje. Con las mochilas listas y el corazón contento partimos hacia el aeroparque Jorge Newbery de la Ciudad de Buenos Aires. El 45 desde Barracas le puso casi 50 minutos, era temprano y no había apuros. El tema es que cuando ingresamos al hall central del aeroparque nos enteramos que nuestro vuelo, el 1478 de Aerolíneas Argentinas, se había cancelado. Estados de ánimo en ese momento al recibir la noticia: Ani, de diez, todo positivo…yo, a las puteadas, por supuesto, vestigios del estrés ciudadano. El vuelo había sido reprogramado para las 14:35. Nos dieron un voucher para almorzar, así que mientras tanto, y luego de ir al baño, nos sentamos a tomar un cafecito mientras le enseñaba a Ani a jugar al truco. Regla que jamás falla: el principiante siempre gana su primer partido. Me sentí un poco humillado y nos fuimos a tomar aire a la costanera antes de ir a almorzar. ¡A las 15:10 estábamos volando!!

San Miguel de Tucumán – La ciudad de los taxis y las iglesias

Luego de un vuelo muy lindo y en poco más de 1 hora, 40 minutos estuvimos en la ciudad de San Miguel de Tucumán, el jardín de la República. Retiramos las mochilas e intentamos salir del aeropuerto. Digo intentamos porque con el acoso de remiseros y taxistas era una misión complicada encontrar la puerta de salida. Nos ofrecían el viaje al centro de la ciudad por $100. Consulté en un bar del aeroparque y me comentaron que en la ruta pasaba el colectivo 121 que nos dejaba perfecto y era más barato. Así fue que empezamos a caminar hacia la salida del predio, por el camino asfaltado que conduce a la ruta, el mismo por donde volvían remiseros y taxistas ofreciendo sus servicios una vez más… hasta que apareció Rodrigo. Este muchacho era un tucumano que tenía una empresa de seguridad con los padres y cada tanto agarraba su mochila y se iba de viaje. Esa tarde había ido a despedir a una amiga al aeroparque. Cuando estaba yéndose con su camioneta freno y dijo: “¿los llevo chicos?”. Pensamos que era un remis entonces casi resignado le pregunté cuánto nos cobraba, estaba dispuesto a regatear. Nos dijo que no nos cobraba un peso, que era de onda, que él cuando viaja hace dedo y le pasan estas cosas de que hay gente que lo lleva. Conclusión: nos subimos, nos llevó hasta el centro y nos dejó en la puerta de un hostel, después de explicarnos un poco cómo estaba organizada la ciudad y sus espacios para recorrer. Nos dejó su teléfono por si necesitábamos algún otro favor y se fue. Empezar el viaje de esta manera era un buen augurio.

Después de ver ese  hostel nos fuimos a otro donde finalmente nos quedamos, el Backpackers de Tucumán. El lugar era lindo y barato. Estábamos en habitación compartida con una sola persona y teníamos desayuno incluido. Había una mesa de ping pong, Tv, Play, Computadora, Wi-Fi, parrilla y un lindo patio con muchas plantas. Varios “lujos” que jamás íbamos a volver a tener en el transcurso del viaje. Había algunos chicos y chicas alojados, entre ellos dos sanjuaninos que saludamos pero no llegamos a conversar con ellos. En realidad era como que nadie conversaba. ¿O tal vez este porteño desconfiado aún no se soltaba? Qué se yo…

El Hostel BackPackers de San Miguel de Tucumán
Durante lo que nos quedaba de la tarde nos dedicamos a recorrer la ciudad. Resulta toda una aventura cruzar calles en la ciudad de San Miguel. Cientos de taxis la invaden y es complicado a veces poder atravesar tranquilo una esquina ya que van y vienen a gran velocidad. No sé por qué hay tantos, no sé si la gente los utilizará diariamente o sólo es en temporada que se pone así el tránsito. ¿Quién utiliza tantos taxis? Porque existen varias líneas de colectivos y observé que en general van llenitos. Bue, no sé, solo nos llamó la atención, caminamos una cuadra y contamos pasar más de 10. Al final contar taxis se volvió un entretenimiento. 

Iglesia de La Merced, Iglesia de San Francisco y Catedral de San Miguel
Otra cosa que me llamó la atención es la cuestión religiosa. En la recorrida que hicimos pudimos ver y fotografiar alrededor de 5 o 6 iglesias católicas, ingresamos a una y era enorme. También supuse que hay algunas evangélicas porque caminando por la peatonal Muñecas, en una esquina, había un pastor a los gritos que estaba curando (¿?) a dos personas con el poder de su mano sobre ambas cabezas. La casita de Tucumán solo la vimos desde afuera porque estaba cerrada. Así que tendríamos que volver al día siguiente antes de salir hacia Tafí del Valle. Por la noche nos comimos unas empanadas tucumanas de carne, pollo, mondongo y queso con cervecita Norte. Corolario excelente de nuestro primer día de vacaciones.


Correción: Laura Beroldo (http://www.laura-exlibris.blogspot.com.ar)
Fotos: El Cocoliche

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